He perdido la cuenta del número del ciclo en el que me encuentro.
Esta vez no hablo
de Loops sin salida sino de grupos y actitudes.
Cuando mi vida
amorosa va bien, la profesional también y no me puedo quejar de los amigos
cercanos, que aun y estar lejos sigo sintiendo los cerca. Pero las relaciones
sociales banales y circunstanciales se han convertido en un gran desastre. No
tolero ni aguanto a nadie que no tenga un buen fondo, por supuesto en
comparación a mis valores y normas. Aquí todos podemos diferir y ver el mundo con distintos ojos, pues eso, la intolerancia no es educativa ni sana,
aun y así prefiero mantener bien al margen a todos aquellos locos insanos... Y
no hablo de los locos sin límites, sino de los que tienen demasiados y no
pueden ni con sus propias verdades.
¿Me estaré conviertiendo en una pequeña dictadora?
Muy buena reflexión y viniendo de ti con más razón. No sé porqué pero creo que me encuentro navegando en las mismas aguas que tú y llego a unas conclusiones paralelas y semejantes. De hecho creo haber subido un peldaño en la escalera de mi madurez en los últimos meses y he podido ver más allá de mis ojos inocentes que únicamente eran capaces de captar y recordar las cosas positivas de la gente dejando me llevar a su vez por mis propios pensamientos y juicios (tonto de mí…). Pero como todos bien sabemos (o deberíamos saber) la maldad es innata al hombre y si a eso le sumas un poco de inocencia y esa extraña teoría de poner la otra mejilla parece que no aprendemos. Mi solución es pensar en uno mismo continuamente y únicamente evitar hacer daño a los demás. Una vez siendo capaz de esto, la gente que te importa, que se relaciona contigo (más o menos intensamente) y que vive para no fallarte, volviendo a la metáfora de las aguas, flota y el resto se hunde. Son estas personas las que merecen nuestra amistad y viceversa.
ResponderEliminarY no creo que por ello nos convirtamos en dictadores, mi moraleja, que siempre debemos estar predispuestos a amar pero sin ningún miedo a odiar a quien lo merezca.
Y si, ¡Salud imbéciles!